EMBAJADA CON ESTADIA EN PARIS

 



 

 

 

 

                  EMBAJADA CON ESTADIA EN PARIS 

 

 

 

 

            La Ministra de Justicia, Marcela Losardo, no tiene los antecedentes, el temperamento y los kilates para terciar en la aventura judicial por venir.

 

        La denominada “nueva etapa” por la palabra presidencial, califica una situación que presagia cambios sustanciales en las formas y el contenido.


             Mediante el diálogo con el periodista del medio amigo  brindó testimonio de la triste y poco decorosa salida de la histórica amiga.


           Curiosos modos y trato para alguien cercano en la amistad y el afecto 

 

            La entrevista hizo público un final anunciado en el recordado anuncio de los funcionarios que no funcionan.

 

            El despido ha sido descuidado en las formas, poco elegante y con ingrata exposición.

 

            Preanuncio destacado de tiempos dificiles, pocos amigos y asperezas por doquier.

 

            Los cambios anunciados, vaticinan momentos agitados y pujas sectoriales. 

 

            En ambos bandos, los contendientes se pintan las caras. Presagios que la lucha sera por todo.

 

            Reedición de otros tiempos en que Cristina lo hizo.

 

           Las mujeres, en definitiva, no tienen buen destino, ni especial tutela en la política de los Fernández.

 

            María Eugenia Bielsa había dado testimonio de lo efímero de la aventura porteńa.

 

         Su forzada salida del Ministerio de Desarrollo y Hábitat no fue acorde al prestigio, trayectoria y jerarquía que portaba.

 

         Eficiente, honesta y cruda en la expresión pública de la autocrítica a los dirigentes del propio espacio, por la temática de la corrupción, abdicó toda  resistencia a los ataques de las filas cristinistas y fruto de resignación y decepción, cumplió con el requerimiento de la renuncia.

 

        Entonces, privó su dignidad, integridad y fortaleza para desistir de  la tentación del ofrecimiento de la embajada en la Unesco. 


              Sus convicciones rechazaron la oferta parisina.

 

         Esta carta glamorosa es jugada nuevamente por el Presidente y la insistente propuesta de mudarse a París endulza el desplazamiento de la futura ex Ministra.

 

            La búsqueda de la paridad de género en los intersticios del poder no es una condición que aliente a Albertro.

 

            Las mujeres se suceden en las desgracias de las pujas intestinas.

 

            Alberto declara el “agobio” y el “cansancio” de la ministra saliente.

 

            Hasta el más desprevenido e ingenuo advierte la erosión a la que fue sometida y la furia desatada en la porfía Cristinista.

 

            Losardo no es portadora de abusos judiciales.

 

            Abogada tradicional, equilibrada, amiga de los pasillos tribunalicios, asistente regular del mundo abogadil, carece de modos, técnica y método para emprender el combate con la Corte Suprema.

 

            Alberto entregó sus banderas, si las tuvo, y hace propias las Cristinistas.

 

            La cruzada y el fanatismo levantisco apuntan contra la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

 

            La Justicia militante templa las armas y se alzan los nombres de los sucesores.

 

            Los amigos del Presidente guardan silencio sepulcral y cruzan apuestas por un futuro razonable.

 

       Las piezas propias del tablero ministerial caen sucesivamente y el juego pierde todo equilibrio fundacional.

 

            Las mujeres caen víctimas del enfado extremo. 

 

          El próximo ministro perjudicado, con graves objeciones en ciernes, tiene marcado el tablero si no cumple adecuadamente los deberes y se disciplina en su aventura económico financiera.

 

            Poco juego propio le conceden en su próxima gira.

 

            El cerco sobre la economía deja al Presidente en la mayor soledad.

 

            Además, por todo consuelo, ya no quedan pasajes a París.

 

            

 

 

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