EL CAMINO DE UN AMPLIO CONSENSO

 



                                        EL CAMINO DE UN AMPLIO CONSENSO

 

 

 

 

Nos toca vivir un tiempo fatal. Reina la incertidumbre, el desasosiego, la intranquilidad y la duda sistemática.

 

            La gestión del gobierno se adentra en el camino de un sinceramiento absoluto.

 

            La pandemia viral y económica nos permite tomar conciencia plena de la realidad de los hechos e incluso las declaraciones del Presidente reflejan un pensamiento oficial en donde el mérito no cuenta.

 

            Nunca antes quedaron expuestas tan claramente dos visiones opuestas en el modo de pensar el futuro del país.  

 

            Por un lado el pensamiento oficial, que atribuye al Estado el rol de promotor del bienestar, gestor económico y social.

 

Se articulan restricciones, limitaciones y se afecta toda iniciativa privada. La asistencia estatal comprende un horizonte cada vez mas extenso y se proyecta del universo de las personas físicas a las diferentes formas jurídicas.

 

En el marco de una notable caída de la actividad económica, el Estado se expande y cobija a mayores necesitados.

 

Curioso procedimiento de redistribución de los ingresos, ya que resulta imperioso a la par aumentar la presión impositiva sobre los sectores productivos, restringir los gastos en divisas, limitar las importaciones y cerrar las fronteras en definitiva para vivir con lo nuestro.

 

Adiós, entre muchas otras despedidas, al sueño de los viajes al exterior de los sectores medios que alguna vez fueron clásicos en la Argentina.

 

Hemos advertido la regulación de la conducta humana aún en sus detalles más íntimos.

 

La iniciativa privada ha sido relegada, afectada, castigada y se propaga la visión única de los beneficios de la bendición estatal.

 

Por la otra parte, se encuentran  los ciudadanos que creen en la meritocracia. Es decir en un sistema de reconocimientos por virtudes, capacidad, educación, competencia, aptitud.

 

No desconocen la intervención reguladora estatal, pero perseveran en el reconocimiento  del talento con esfuerzo.


Se identifican con aquel clásico de los inmigrantes: cuanto más trabajo, más suerte tengo.

 

Exhortan que se deje de mirar con sospecha a las personas que crean valor o riqueza. 


Piden que no se castiguen a los que emprenden y progresan. 

 

Solicitan que se estimulen las iniciativas, a los que asumen riesgos y que se premien  las propuestas y la actitud creativa.

 

Es imprescindible detener la conurbanización del país y la progresión del camino en el que todos seamos más pobres.

 

Los magros resultados de la gestión política y económica del gobierno además simplifican notablemente las diferencias entre ambos sectores.

 

La construcción autoritaria del ejercicio del poder se contrapone al diálogo y consenso como método alternativo.

 

La actividad privada es fundamental para la salida de la crisis. Se debe estimular la iniciativa, coordinación y liderazgo para fomentar inversiones.

 

En este marco, hay que construir amplios consensos, renunciar a los personalismos y agitar los valores de la libertad y la iniciativa privada. Simplificar las consignas para sincerar la realidad.

 

Hay dos visiones antagónicas de país, claramente expuestas. 

 

En el ámbito oficial se han aclarado todos los aspectos relativos al mando y la obediencia. No es necesario abundar en la identidad de las decisiones.

 

Los ciudadanos que se expresan masiva y públicamente necesitan un amplio consenso democrático y republicano.

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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