LAS PENAS DE LA MINISTRA SALIENTE, LAS PENURIAS DEL SUCESOR Y EL CALVARIO DEL PRESIDENTE.

 



LAS PENAS DE LA MINISTRA SALIENTE, LAS PENURIAS DEL SUCESOR Y EL CALVARIO DEL PRESIDENTE.

 

 

 

 

            El Presidente decidió la salida de la Ministra de Justicia, Marcela Losardo y la comunicó  mediante una entrevista concedida a un medio amigo.

 

            El procedimiento de exclusión fue penoso, descuidado e inexplicable en las formas para una persona de la mayor confianza e intimidad.

 

            Doloroso e inmerecido final, fruto de las presiones extremas y justificado en las urgencias y necesidades de impunidad.

 

            La lucha por la Corte Suprema de Justicia de la Nación requiere un compromiso militante de explicaciones diarias.

 

            Es muy poco común el tiempo consumido en la elección del sucesor.

 

            Pasaron varios días en los debates internos que contrastan con la salida presurosa y desconsiderada.

 

            A las dificultades de una decisión independiente en la elección se suman los inconvenientes desde la óptica del eventual convocado.

 

            La futura actividad ministerial contiene carencias esenciales para el interesado. 

 

Hereda la inexistencia de todo margen para elegir equipo propio.

 

            La Secretaría de Justicia tiene como figura inamovible a Juan Martín Mena.

 

            La Secretaría de Derechos Humanos mantiene a Horacio Pietragalla y la Intervención del Servicio Penitenciario a María Laura Garrigos de Rebori.

 

Todos ellos componen un conjunto de espadas fieles e incondicionales a la vicepresidenta.

 

            Las líneas jerárquicas están dispuestas.

 

            Puede disponer, el nuevo ministro, tan solo  de un par de secretarios y asistentes.

 

            La línea política se encuentra trazada con el embate a la Justicia y los capitanes en sus cargos y prestos al combate.

 

            La elección tiene entonces una doble limitación. Por un lado, las urgencias políticas de enfrentar la Justicia en el tono del discurso de Cristina y por el otro el alineamiento de la persona con el contenido de la propuesta.

 

            El considerable tiempo transcurrido denota las dificultades de la cruel limitación presidencial.

 

            Es complicada la elección de la persona y aún para el eventual elegido aceptar los términos y las condiciones de la propuesta.

 

            El que profese la fe y el fanatismo militante no ofrece impedimentos, pero un candidato testimonial, en esos términos, expone cruelmente la figura presidencial.

 

            Es inviable a la par alguien que no garantice  obediencia debida.

 

            Esta atrapado en su laberinto.

 

            Los días se suceden en análisis y consultas con candidatos y alternativas, sin que progrese una salida adecuada para la imagen y el perfil presidencial.

 

            No hay consenso en la Coalición sobre la figura emblemática para la nueva y vital etapa.

 

            Por lo demás, son los prolegómenos del conflicto abierto con el Ministro de Economía Martín Guzmán, para que olvide, al menos transitoriamente, los conceptos de disciplina fiscal y equilibrio de las cuentas públicas.

 

            Martín ha recibido clases magistrales de economía en tiempos electorales y debe disciplinar su ciencia a las necesidades políticas.

 

            Caso contrario, será el próximo candidato a buscar empleo.

 

            El problema grave es que harán entonces con el Presidente. 

 

            

 

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