LA PARADOJA DE NESTOR Y CRISTINA

 




LA PARADOJA DE NESTOR Y CRISTINA

 

“Tenemos la maldición de exportar alimentos, de modo que los precios internos son tensionados por la dinámica internacional” (Diputada Nacional por el Frente de Todos Fernanda Vallejos).

 

 

 

 

En su reciente discurso en la ciudad de La Plata, al evocarse el primer año de gestión del gobierno, a modo de balance provisional, Cristina Kircher estableció la necesidad de “Alinear salarios y jubilaciones, precios, sobre todo de los alimentos y tarifas”.

 

Lo hizo al recordar las bondades de su administración anterior y al no ahorrar elogios para si misma. Delicias de la historia que, en sus palabras, la absolvió de todos los males.

 

La diputada Fernanda Vallejos, en una interpretación actual y auténtica, a la par de maldecir la condición exportadora de alimentos del país, establece que resulta imperioso desacoplar los precios internacionales y domésticos, ya que estos últimos deben regirse por la capacidad de compra (en pesos) de los argentinos.

 

Voluntarismo extremo del Jerarca. Siguiendo la línea de la “Intervención” fallida y la frustrada “Expropiación” de Vicentin, el Estado, en la mentalidad oficial, reconoce la facultad para fijar los precios de la economía.

 

Una nueva versión del relato de la soberanía alimentaria y de los activos privados que deben integrar los valores estratégicos de la economía popular.

 

El Estado regulador de los precios, congelando tarifas de los servicios públicos; fijando los márgenes en alimentos; limitando las paritarias, con el silencio cómplice de los dirigentes gremiales, que permutan protestas y paros por beneficios personales, ventajas y cargos; acotando los ajustes jubilatorios con fórmulas especiales que eluden la inflación; restringiendo las exportaciones y fijando cuotas de importación, con planillas y mandatos para la discreción del funcionario de turno.

 

Desde el estado nos dicen que cosas y cantidades se pueden exportar e importar e incluso se fijan los cupos respectivos, para utilizar los límites como instrumento de la fijación de los precios del mercado interno y elegir que bienes pueden volcarse al consumo.

 

Algún funcionario ordenará el gusto nacional y popular, vedando ciertos bienes al mercado por pertenecer al ámbito oligárquico.

 

A un año de gobierno solamente plantean administrar la crisis con mayor intervención estatal, despreciando la inversión privada y todas las medidas para su estímulo.

 

Todo ello de la mano de retrasar cualquier acuerdo con el FMI para después de las elecciones.

 

Primero y fundamental, los votos y lo demás que espere. Mala suerte para Guzmán que le toca poner en práctica su Academia en un año impar. Avatares del calendario electoral y de la continuidad en el poder como un fin en si mismo.

 

El discurso no olvida la nefasta herencia de Macri y los daños sistemáticos del Covid. 

 

Al margen se encuentran las consecuencias de los errores en la gestión durante la pandemia.

 

No existe un plan económico, en palabras propias del Presidente, pero fundamentalmente por las dificultades intrínsicas de la coalición gobernante para acordarlo.

 

Una economía enferma y un estado exhausto quedan librados a mayor intervención. Priva la desconfianza en el sector privado y se fijan pautas que no fomentan la inversión.

 

Una vez más el campo es depositario de todos los males.

 

El discurso de la diputada Vallejos se cierra con que: “…es una desgracia que a veces se piensa que es una bendición…”

 

En un notable contraste de la historia, corresponde analizar la gestión de Néstor Kirchner en la presidencia de la Nación, la cual en sus instrumentos y resultados difiere sustancialmente de la presente.

 

Hereda el trabajo sucio realizado en el origen de la crisis del 2001 por el primer Ministro de Economía de Eduardo Duhalde, Jorge Remes Lenicov y el posterior orden macroeconómico logrado por el sucesor, Roberto Lavagna.

 

En su “economía modelo 2003”, se distinguen los superávits de la balanza comercial y del balance fiscal, a la par de un dólar único con flotación libre.

 

Favorecido por el alto valor de los precios internacionales de las Comodities, situación que precisamente se reitera en la actualidad, resultó sumamente exitosa su experiencia de los “superávits gemelos”.

 

El equilibrio en el área fiscal y externa era monitoreado, controlado mediante la atención personal del presidente, en sus  anotaciones diarias en un cuaderno de su autoría.

 

La denominada desgracia exportadora actual  fue su bendición y el fruto de la consagrada gestión de sus primeros años.

 

Luego, se suceden los roces y diferencias entre el Ministro de Economía, Roberto Lavagna, que se mantuvo de la era Duhalde, y el Ministro de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios, Julio de Vido.

 

Suben de tono los enfrentamientos ministeriales y trasciende la imputación al “capitalismo de amigos” formulada con críticas a licitaciones y privilegios, por parte de Roberto Lavagna, cuestión personificada en el otrora poderoso titular del monopolio estatal de contrataciones.

 

El presidente salda las críticas con la aceptación de la renuncia del Ministro de Economía y la permanencia del de Planificación que consuma sus andadas hasta el final de los gobiernos de marido y mujer.

 

Las necesidades de la política y otros odiosos menesteres van menguando el equilibrio fiscal.

 

Se consume el superávit y muta drásticamente y en forma definitiva con los gobiernos de Cristina Kirchner.

 

 Ahora es  irremediable el destino del déficit dual. Nunca se vuelve de dicho extremo.

 

La economía comienza una vez más con los desequilibrios y las cuentas públicas son desplazadas en la consideración e importancia, en la visión estatista de las nuevas administraciones.

 

El superávit gemelo se transforma en déficit gemelo y con ello abundan las nuevas medidas intervencionistas.

 

Adquieren su mayor suceso con la afamada proclama: “Vamos por todo”

 

Peleas con el campo, cepo al dólar, control de las exportaciones y de las importaciones son las respuestas que encuentran mentor  ideológico y la mejor expresión en el actual gobernador de la Provincia de Buenos Aires y favorito de Cristina, el economista Axel Kicillof.

 

Después de varias intervenciones de poco nivel y jerarquía se suceden opacos ministros de economía.

 

Luego, emerge la figura de Kicillof y en su persona se cristaliza el pensamiento que mejor refleja las ideas de fuerte presencia Estatal en la Economía.

 

Martín Guzmán, formado bajo la maestría del premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, se suma a la condición de transitoriedad que tipifica al presidente Alberto Fernández.

En los criterios del pensamiento duro del núcleo de los miembros que integran el Instituto Patria, ambos conforman un interregno entre las sucesiones familiares.

 

Los desajustes de la economía, la falta de trascendencia de la cuestión fiscal, les impide volver a los criterios iniciales de los años 2002/2005.

 

Es la propia impotencia en el equilibrio de la Economía lo que conduce a la regulación de los precios y a la fatalidad de un destino anunciado con triste final.

 

Como siempre el control llevará a más control y así sucesivamente.

 

Es el  Jerarca el que establece los precios y valores al dólar, a las tarifas de los servicios públicos, a los alimentos, a los salarios y paralelamente disminuye la producción de todos los bienes y servicios.

 

Vender fuera del precio de equilibrio conduce a la desinversión y al mercado negro. Controlar los umbrales de rentabilidad por parte del Jerarca es parte del sistema de una economía enferma.

 

En forma increíble, en un paralelismo histórico, la coyuntura vuelve a colocar los precios de las Comodities en los altos valores del mercado internacional de los años   2002/2003, pero la política económica transita otros rumbos.

            

El sesgo fuertemente exportador, el dólar competitivo y los superávit gemelos son una anécdota olvidada con el escudo de la maldición actual.

 

Un poco de repaso no les vendría mal, pero prisioneros del relato militante no encuentran respuestas aún en su propia gestión de gobierno.

 

Probablemente por que el mérito no les pertenece y fueron beneficiarios circunstanciales del trabajo de otros.

 

Cristina reitera su experiencia. La memoria de los argentinos es frágil y dañada gravemente por el fracaso económico de Macri.

 

No es posible insistir con las mismas recetas y obtener nuevos y distintos resultados

 

Aún con vientos favorables, su naturaleza es más fuerte.

 

Curiosa paradoja de Néstor y Cristina. 

 

 

 

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