ARGENTINA: BASES CHINA, RUSA Y DEMÁS

 



ARGENTINA:  BASES CHINA, RUSA Y DEMÁS

 

 

 

 

 

En el Boletín Oficial de la República Argentina (B.O.) el 4 de enero se publicaron unos instrumentos bilaterales que, según  señala el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto (muy devaluado en la persona del convaleciente y postrado Felipe Sola, cuya renuncia fue recientemente rechazada por el Presidente) “No requirieron aprobación legislativa para su entrada en vigor”.

 

Se trata del Protocolo entre el Gobierno de la República Argentina y el Gobierno de la Federación de Rusia sobre la cooperación en el campo de la exploración y utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos.

 

Todo en simultáneo con la negociación, acuerdo y compra de la vacuna Sputnik V, producto creado y producido por el Centro de Investigación Gamaleya en Moscú.

 

En diciembre, el Parlamento Ruso apuró la aprobación del Tratado y obtuvo su sanción legal.

 

En el país no existe difusión alguna de la noticia, ni tampoco información oficial. Menos en los ámbitos opositores. 

 

Una cofradía política silenciosa cubre todo el espectro. 


Curiosa paradoja de los tiempos modernos en que priva la exasperación sin límites y la contienda gratuita.

 

Medios informados de distintas agencias rusas, dan cuenta  de la posibilidad abierta, con el Protocolo, para desplegar en territorio Argentino una(s) estación(es) terrestre(s) del Sistema de Posicionamiento Global Glonass (Tecnología que usan los G.P.S. rusos – General Position System) y una instalación óptico-electrónica de alerta sobre situaciones peligrosas en el espacio circunsterrestre (Nicolás Wiñaski, Clarín, 23/01/2021)

 

Concluyen que al menos instalarán una base de captación de datos. 

 

Rusia ha hecho lo propio en Guatemala, Brasil y Cuba.

 

Por lo demás, los métodos permiten conocer la exacta ubicación de los celulares, aviones, barcos, autos o vehículos.

 

Pero atención que en esto parece que se configura una Política de Estado que tiene continuidad, ya que ha sido firmado en octubre de 2019, es decir durante el mandato de Macri.

 

Esta es una buena explicación que justifica el silencio compartido por las espadas de ambos gobiernos.

 

Claramente se estructura un sistema absolutamente reservado y de información calificada en forma confidencial.

 

A la par el intercambio de materiales lleva adosado facilidades y privilegios aduaneros recíprocos. 

 

Renunciamos a la inspección de las valijas, bolsos o portafolios rusos, al momento de ingresar al país, y nos abstenemos de repetir la histórica intervención del Canciller Héctor Timerman, cuando, alicate en mano, en una asombrosa e increíble perfomance, forzó la apertura de material de los EEUU.

 

En el marco del Derecho Internacional, los Tratados entre los países deben ser aprobados por los Parlamentos.

 

La Constitución Nacional establece que la negociación, firma y autenticación le compete al Poder Ejecutivo ( art. 99 inciso 11).

 

El consentimiento para obligar es una atribución del Congreso (art. 79 inciso 22).

 

En definitiva, es un acto complejo que requiere ineludiblemente la intervención de ambos poderes del Estado.

 

Así se hizo años atrás, cuando se formalizó el convenio para la instalación de una base de la República Popular China en la Patagonia. 

 

En este caso, se acude a la técnica de los denominados “Acuerdos Ejecutivos”, que no requieren intervención legislativa, y que nadie sabe bien cuales son y que notas los tipifican.

 

La doctrina los limita a las cuestiones propias del Poder Ejecutivo.

 

La naturaleza de lo acordado entre los dos países es sustancialmente idéntico a lo pactado con China.

 

Se trata de una limitación de la soberanía. 

 

Permitir instalar una base extranjera en territorio argentino, sin intervención legislativa.


Aún los manuales más elementales de Derecho Constitucional y los antiguos cuadernos escolares de instrucción cívica, explican la sinrazón del procedimiento unilateral del Poder Ejecutivo.


Atado por el precedente administrativo de un caso de idéntica configuración, el procedimiento se desbarranca en el absurdo.

 

Se conforma una claudicación del Congreso, producto de un  acuerdo político disfrazado.


El Parlamento resigna sus atribuciones legítimas.

 

En el año 2014, Cristina llegaba con crisis económica y escasez de divisas y el Congreso respaldó su decisión.

 

Urgida por la falta de reservas y con antecedentes de provisión de yuanes, llevó adelante la negociación con la República Popular China y firmó el Acuerdo.


Luego, lo remitió al Congreso para su aprobación definitiva, cerrando el procedimiento constitucional de manera regular.

 

Se entregó a China un territorio de 200 hectáreas de la localidad neuquina de Bajada del Agrio por 50 años para la instalación de la denominada Estación del Espacio Lejano.

 

En el Fin del Mundo, construyeron una base de rastreo satelital, exenta del control del Estado Argentino.

 

Aún con hermetismo y aprobación automática de la mayoría kirchnerista, intervino el Congreso.

 

Actualmente, se pone en juego un Protocolo con cláusulas vagas, genéricas, estricta reserva y confidencialidad para armar otra base en territorio argentino y se soslaya la intervención de la Legislatura.

 

No hay forma o manera que se concrete el objeto del Protocolo sin la instalación de una base que permita la implantación de los equipos y tecnología pertinente.

 

El oficialismo incurre en una extraordinaria contradicción y un alzamiento contra la doctrina de sus propios actos.

 

Ante el mismo precedente, confronta con su anterior conducta jurídicamente relevante y plenamente eficaz.

 

La declinación del país lleva a su clase política a toda clase de acciones desesperadas.

 

Las necesidades y las urgencias de las crisis reiteradas la derivan a la ocurrencia de fenomenales despropósitos.

 

Cuenta con el favor de nuestra falta de información, hartazgo, desinterés e impotencia.

 

Las debilidades estructurales, por las sucesivas crisis y la inconsistencia económica, nos convierten en víctimas vulnerables y propicias para el abuso de los intereses dominantes.


Los chinos y los rusos cumplen con sus planes de expansión geopolítica.


Recordemos al extraordinario Tato Bores en la personificación del antropólogo investigador alemán que estudiaba lo que había sido la Argentina, de la cual solamente había quedado un agujero.


Entre las ocupaciones territoriales chinas y rusas, nuestros políticos seguirán con sus calamidades hasta cumplir la histriónica profecía.


Habrá que ver que les ofrece el próximo país postulante. No es cuestión de cejar en el empeño.


A pesar del mutismo en el foro, el disparate no consiente.

 

Esta vez el silencio mata al relato.


“Algo está podrido en el Estado de Dinamarca”

 

 

 

Comentarios

  1. Parece una película de ciencia ficción con terror agregado. Pero es sólo política.

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  2. Nadie habla de ello. Con los días tomará algún vuelo

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