EL COSTO DEL CRECIMIENTO. LA AGRESIÓN Y EL CONFLICTO COMO MÉTODO DE ACCIÓN POLÍTICA.

 




EL COSTO DEL CRECIMIENTO. LA AGRESIÓN Y EL CONFLICTO COMO MÉTODO DE ACCIÓN POLÍTICA.

 

 

 

 

            Luego de haber transitado el Presidente y el Jefe de Gobierno Porteño un período de consensos y políticas comunes para gestionar la pandemia en las respectivas jurisdicciones, con gran reconocimiento y apoyo popular, en forma unilateral se consolida, primero por Decreto del Poder Ejecutivo y luego por iniciativa parlamentaria, una quita de fondos a la ciudad de Buenos Aires, siguiendo el tono de la vice presidenta y su hijo en sucesivas etapas.

 

            Ambos, con verbo encendido, denunciando privilegios de la ciudad sobre el resto del país e incluso regiones del conurbano profundo.

 

            En palabras del jefe del bloque de diputados del oficialismo, Máximo Kircher “beneficiar a la ciudad más rica es una metáfora perfecta del Macrismo”. La calificación describe su parábola: un rico que gobierna para los ricos.

 

            Se cumple entonces con el mandato del patriarca: la caja como modo de disciplinar las conductas y la suerte del modelo en ciernes.

 

            Se trata del uso la de la billetera como elemento de reglas del comportamiento  y orden.

 

Nace una equivalencia de asociación novedosa. La quita en la ciudad es directamente proporcional al beneficio provincial de Buenos Aires. Privilegio para el distrito favorito de la Jefa y ámbito de resolución de la contienda electoral mayor.

 

            Asistencia imperiosa a un gobernador que no hace pie y se agota en críticas a su antecesora, sin articular proyectos o políticas que merezcan particular consideración.

 

            Todo se limita a  la mera administración.

 

            Mientras la coalición opositora se agita por la fébril actividad del ex presidente que vuelve al combate interno y no termina de saldar las diferencias ante su fracaso económico, el perfil logrado por el Jefe de Gobierno porteño, en base a una gestión exitosa y buena imagen, convoca a las molestias y las agresiones, internas y externas.

 

            La agitación lo saca de su zona de confort y lo interpela al juego nacional. 

 

            En las vísperas de un año electoral, las definiciones se aceleran y la escena se dibuja con los futuros contendientes.

 

            La ciudad de Buenos Aires ha sido siempre un espacio hóstil a las aspiraciones del peronismo. Una vez más proyecta una figura peligrosa. Las instrucciones son pintarse las caras, agitar los tambores y alistarse para el combate.

 

            El Presidente ensimismado, con resistencia estoica, resigna un proyecto personal y se planta con el objetivo primordial de mantener unida la coalición.

 

            Lo delata su historia, es un operador, no un líder.

 

            Cristina es en sí misma un sistema de conflictos. No existe sin contradictor. Es su esencia. Transita las categorías diálecticas de la lucha política, bajo las consignas de Laclau: Amigo - Enemigo;  Imperio - Nación: Pueblo  -  Antipueblo. 

 

            El ejercicio del poder presidencial requiere aclaraciones periódicas, y dardos con reservas que  dan testimonio de los principios. Las cartas, misivas o redes sociales siempre dan cobijo a la palabra hiriente y al dardo mordaz.

 

            La fórmula del aumento previsional, pieza estructural del ajuste presupuestario y su metodología de aplicación fue desbaratada de un plumazo en el Senado.

 

            La plaza de las piedras está muy presente para los organizadores. Resta la batalla por las tarifas y Guzmán tendría que empezar de nuevo. Sutilezas del que manda, que debe dejar claro el mensaje. 

 

            El Presidente se acomoda a los cambios, los de afuera comprenden las relaciones de mando y obediencia y el esmero ministerial adapta y corrige según las órdenes parlamentarias.

 

            Seguramente, pese a todo, habrá un acuerdo por resignación con el F.M.I. entre las idas y vueltas típicas del doble comando.

 

            No hay descansos en el gobierno para perforar cualquier intento de consenso o acuerdo. Siempre hay algún agravio a mano o instrumento doliente para castigar al acercamiento y la mano que pueda extenderse. No se puede contra la naturaleza.

 

            No obstante la democaracia Argentina construye esperanzas. 

 

            Macri fue un accidente útil y necesario. Tuvo su oportunidad y la chance  le fue esquiva. El  experimento fallido permite abrir nuevas puertas y exige mayor amplitud.

 

            Larreta, Vidal, provienen de distintos espacion políticos. Traen experiencias de gestión. Personas gentiles, amables, constructoras de consensos.

 

            Tienen su lugar de pertenencia en los sectores medios,  cunas de los mayores enojos contra la economía de Macri y la actual.

 

            Persiguen otro clima político y certezas económicas.

 

            Mauricio Macri, Cristina Fernández y Alberto Fernández,  representan por igual las divisiones y enfrentamientos.

 

            Son una y otra orilla, pero siempre del mismo río.

 

            El universo medio, que sostiene el trabajo diario, la cotidianeidad del esfuerzo, el compromiso, no se siente representado.

 

            Los acompañó con el voto y recibió devoluciones decepcionantes.

 

            La persecución lanzada contra el Acalde porteño es un buen comienzo.  La guerra contra la ciudad arroja mayor visibilidad y escenario nacional.

 

            Es el momento de la gente de clase media común y corriente, con experiencia de gestión exitosa, con fichas limpias, capaces de construir y ampliar consensos, que convoquen a la apertura de los espacios y que abandonen la agresión y el conflicto como método de acción política. 

 

            El relato describe un enemigo perfecto: Es otro alcalde porteño. Heredero de la ciudad rica y del privilegio. Beneficiario del interior pobre y representante de la minoría.

 

            Inmediata asociación de pobreza con virtud y riqueza con pecado.

 

            El pobre como custodio de la pobreza evangélica y de la pureza cristiana. El elemento moralmente superior (Bergoglio) y el ascenso social como camino para llegar al lugar de los malos.

 

            El verdadero culto no es a la pobreza, sino para salir de la pobreza.

 

            Ampliarse en el centro y la moderación. Diálogo y consenso. Los sectores medios reclaman un país normal. 

 

            

 

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