URUGUAY: OTRO ESTADO DE LA MENTE


 

                                               URUGUAY: OTRO ESTADO DE LA MENTE

  

 

En estos días se celebró en el Parlamento uruguayo un acto de gran trascendencia institucional. Los senadores José Pepe Mujica y Julio María Sanguinetti presentaron sus renuncias al cargo, anunciaron su despedida formal de la arena política y fueron celebrados por todos sus pares, que los despidieron de pie con un encendido aplauso que desbordó de emoción al recinto.

 

Ambos se confundieron en un afectuoso abrazo que observamos con profundo cariño y envidia. Los políticos uruguayos han ganado la consideración y el reconocimiento de su gente.

 

Con vidas sencillas y austeras, trayectorias ejemplares, debates cerrados y ásperos, pero con respeto y altura para su eventual adversario.

 

Mujica, con su particular estilo, levanta la bandera de una izquierda seria, democrática, republicana y responsable.

 

Sanguinetti, garante de la consolidación democrática y fundamental constructor de la coalición multicolor gobernante. Ambos gestores responsables de una alternancia a la uruguaya que es un modelo de  reconocimiento internacional.

 

La política como elemento creador del bienestar popular, sin partido hegemónico o dominante y la sucesión como método de paz y convivencia.

 

El ex guerrillero,  castigado con crueles años de encierro, que se despoja de odios y rencores y acepta las reglas democráticas para aportar sus acciones y pensamiento en la gestión del gobierno.

 

El académico, con su prosa de estilo, sumando voluntades que incluyen a los ex combatientes, en un mensaje de integración plural de los uruguayos, sin exclusiones de ninguna especie.

 

Ejemplos vivientes y practicantes que en la democracia se construye siempre con el otro y nunca contra el otro.

 

Los mensajes de sus discursos transmiten libertad, tolerancia, concordancia, la primacía de la república laica, pasión y sentimientos.

 

Desnudan el extravío cuando se pierde el norte de la tolerancia.

 

Dos ex presidentes. Uno asumió la lucha armada como modo de resolución del conflicto político y el otro lo combatió desde su legitimidad democrática.

 

En sus despedidas recíprocas del escaño formal parlamentario, rescatan la inteligencia del encuentro y la reconciliación en aras de compartir un espacio común. El ejercicio del poder transitorio y el valor de la alternancia.

 

Los identifica la ética de la derrota y el compromiso en aceptar y acatar la verdad del voto popular. El respeto irrestricto de las minorías.

 

Uruguay estuvo extraviado cuando perdió la tolerancia.

 

Tremenda lección que componen juntos, con muy dispares ideologías políticas, pero con un gran compromiso republicano y democrático.

 

Uruguay, consolida un sistema político ejemplar y sus actores mantienen mutuo respeto y consideraciones recíprocas.

 

El acto de despedida resulta revelador de una rutina doméstica. 

 

La normalidad de la vida política uruguaya es un estado de gracia mental de sus dirigentes. Están capturados por el principio que existen los unos y los otros, como único modo, para integrar el nosotros. 

 

Simplemente, la actitud natural de los políticos uruguayos se nutre de un estado mental diferente. 


En la diversidad construyen su identidad.



 

 


 

 

 

 

 

Comentarios

  1. Admirables comportamientos que no tienen nuestros dirigentes.

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  2. Admirables comportamientos que no tienen nuestros dirigentes.

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