POLICIA DEL PENSAMIENTO

 

                                            

                                            



                                                   LA POLICIA DEL PENSAMIENTO

    “Quién teme decir lo que piensa, termina por no pensar lo que no      puede decir” 

                       Giovanni Sartori

 

 

 

La imaginación del gobierno, en plenitud de la crisis pandémica viral, económica y social para adoptar medidas que no tienen ninguna relación con la gravedad de los padecimientos registrados, resulta extraordinaria.

 

En estos sufridos días de octubre de 2020, con estadísticas en ascenso de contagios y muertes, cifras económicas descendientes y dramas sociales acuciantes, acaba de anunciar la creación de una Agencia NODIO, “Observatorio de la Desinformación y la Violencia Simbólica en Medios y Plataformas Digitales, que tiene como finalidad proteger a la ciudadanía de las noticias falsas, maliciosas y de las falacias”. 

 

La noticia gubernamental, tragicómica por la oportunidad, plantea iniciativas informadas por la Defensoría del Público oficialmente y consisten en: “trabajar en la detección y verificación de la información, en la identificación de las operaciones de difusión y los sistemas de alertas”.

 

No es otra cosa que la instalación de sistemas de vigilancia estatal.

 

Ahora podremos estar más tranquilos, ya que alguien se encargará de velar por lo que vemos y leemos en los medios. Se expande la protección y asistencia estatal.

 

Si hay algo que no podemos desconocer, es precisamente la coherencia en torno a la omnipresencia estatal.

 

El Estado es confinante, expropiante, dador de libertades menguadas, emisor descontrolado de dinero, paralizante económico y ahora policía del lenguaje.

 

Es una experiencia desoladora, una presencia estatal absoluta en la vida de los argentinos. 

 

A la vez, existe  un derroche de sinceridad brutal. Las libertades limitadas en todas sus manifestaciones dan cuenta de la identidad y el sesgo de la acción de gobierno.

 

La propuesta del Observatorio deja claro que se perfila una verdad oficial única y establece los jerarcas para evaluar los contenidos y cuales serán los parámetros para controlar la verdad. 

 

A juzgar por la trayectoria de los presentadores de la agencia, se trata de representantes del pensamiento más extremo de la coalición gubernamental.

 

Incluso, se destaca, entre ellos, quién ha premiado con galardones universitarios, en la ciudad de La Plata,  al ex Presidente Hugo Chávez, al distinguirlo en su lucha por la libertad de expresión.

 

Tendremos comisarios del pensamiento e intentos de criminalizar la opinión. (Cláusula Parrilli en el Senado sobre el Control de los Medios de Comunicación en el Proyecto de Reforma Judicial, finalmente fallida).

 

Es una propuesta que subestima al ciudadano común a quién le implanta Jerarcas en el Observatorio de Medios.

 

Desprecia la opinión individual del ciudadano. Ahora le detecta y le verifica la información.

 

Nada que exista en un país normal.

 

Es tan increíble la propuesta, que nos remite a claustrofóbicas fábulas del totalitarismo en las novelas de ciencia ficción distópica.

 

El líder controla el futuro, pero también el pasado y el individualismo se degrada.

 

Construir un clima paralizante de sospecha y miedo.

 

Repasemos “Un Mundo Feliz” de Aldous Huxley, “Farenheit 451, de Ray Bradbury, pero detengámonos en “1984”, de George Orwell.

 

La novela ahonda en el entramado de una sociedad en la que se manipula la información, rige la vigilancia masiva y la represión política y social.

 

Los conceptos han pasado generaciones y hoy se mantienen vigentes.

 

El Ministerio de la Verdad, encargado de velar por lo que vemos y leemos. Eliminar todo aquello que no vaya en línea con el pensamiento único.

 

Imposición de la neoverdad Orwelliana, con castigos para los que pretendan otra versión.

 

La verdad es más que manipulable y luego queda como realidad. Es el cambio superficial para intentar convencernos que algo sucede.

 

Hay que hacer que la gente sienta, pero no que piense.

 

La pregunta que no tiene adecuada respuesta para estas experiencias es: Quién te protege y de quienes?

 

La propuesta contiene un discurso ideológico que nos lleva a la consecuencia más extrema. En efecto, el control estatal de la información reprime al individuo y limita sus libertades.

 

Establece el sometimiento a través de la palabra y el lenguaje y constituye una vigilancia masiva e intrusiva.

 

Es el paso inicial del control sistemático a través de la información.

 

El ciudadano debe resistir con  sus libertades y el pensamiento crítico.

 

 No se puede renunciar al propio criterio, ni tampoco aceptar el pensamiento y las técnicas oficiales para pacificar el rebaño.

 

No se trata solamente de la manipulación informativa, sino del tipo de sociedad en que queremos vivir. Por un lado, una sociedad libre y por el otro, una suerte de resignación autoimpuesta por los controles de los jerarcas del sistema.

 

Es la permanente tendencia del poder político de controlar los medios de comunicación. 

 

Una verdadera sociedad democrática es aquella que puede influir en la forma como el gobierno actúa y son los medios libres los elementos que brindan la diversidad para las decisiones.

 

Es el ciudadano libre el que debe optar por las distintas posibilidades de pensamiento. 

 

Existencialismo en estado puro. La libertad consiste en el acto de elegir. Escoger, optar por más de una alternativa. 

 

No se pueden resignar la libertad de pensamiento y la libre expresión de las ideas. 

 

La regulación del Observatorio limita el pensamiento crítico y la diversidad. Por su propia naturaleza pretende la uniformidad y un mensaje común.

 

Seguramente será cuestionada la legitimidad del instrumento abusivo creado por el gobierno por infligir expresas garantías constitucionales (art. 19), pero además tampoco pasa la censura básica y la inspección de las Convenciones Internacionales: arts. 19 y 29 de la Declaración Universal de Derechos Humanos; arts. 19 y 20 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; arts 13 y 14 de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos.

 

En el rumbo de extravío del gobierno, decisiones tan precarias, innecesarias y de suerte fatalmente desfavorable, serán presa fácil del juez más extraviado.

 

Con mucha ligereza, en un ámbito singular, ha vuelto la histórica pretensión hegemónica para limitar, someter y controlar los medios de comunicación.

 

Antes ha sido el instrumento la Ley de Medios, ahora es el Observatorio.

 

Un mismo objetivo, pero con distintos modos de ejecución. Persistencia de la construcción ideológica dominante.

 

La confabulación de siempre. 

 

Esta en su naturaleza.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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