Cristina tiene razón


     

                                                CRISTINA TIENE RAZÓN 


                                                27 de octubre de 2020    “….Sentimientos y Certezas…. el problema
                                                de la economía bimonetaria que es, sin dudas, el más grave que
                                                tiene nuestro país, es de imposible solución sin un acuerdo que
                                                abarque al conjunto de los sectores políticos, económicos,
                                                mediáticos y sociales de la República Argentina” (Carta de Cristina
                                                Kirchner).
 
 

                        En días recientes, Cristina Kirchner, en su condición de Vice Presidenta de la Nación, con motivo de los aniversarios del día de la Lealtad Peronista y del fallecimiento de su esposo, ex Presidente de la Nación, Néstor Kirchner, publicó una carta que motivó elogios y críticas, pero fundamentalmente contuvo un elemento sorpresivo y contundente.

                         Rescató la necesidad de realizar un amplio acuerdo con todos los sectores
políticos, económicos y mediáticos.
 
                        Una convocatoria largamente postergada por los sucesivos gobiernos, incluída la
administración anterior que tampoco concretó ninguna salida con consensos y
contenidos amplios y se mantuvo estructurada en una orilla de la grieta.
 
                        En franca contraposición a su estilo tradicional de acción política, formula la
convocatoria desde su condición de Vicepresidenta de la Nación y figura fundamental
de la coalición gobernante.
 
                        Las respuestas opositoras hicieron frente en aspectos cuestionados de su
condición política y  en la falta de  “gestos serios y concretos que muestren una
voluntad real de dialogar”.
 
                        Ahora bien, ante el frustrado e insistente reclamo de convocar al diálogo, al
acuerdo y al consenso, no cabe confrontar la propuesta, sino aceptar el convite y pasar
a segundo plano el debate.
 
                        Nunca habrá discusión de contenidos si nos quedamos en un plano anterior al
intercambio sustancial.
 
                        La respuesta tiene que ser propositiva. Sin abrir juicio sobre los motivos de la
convocatoria. Simplemente, el gobierno lo hace y es imprescindible. 

                    No valen los distingos. Es momento de consensos y acuerdos. Existe un llamado. Los hombres de bien deben acudir al mismo. Todos tienen que deponer las diferencias, soberbias y mezquindades.

                       Ante la pregonada necesidad del Acuerdo en el mensaje oficial, resta aceptar el reto y guardar los resquemores  para el momento del intercambio de ideas.

                       La respuesta seria y responsable debe ser positiva, para concretar el encuentro.
 
                       Tiene  que cambiar el espíritu y la actitud en la forma de hacerse cargo de las
circunstancias.
 
                       Cristina plantea la imperiosa necesidad del acuerdo amplio. La respuesta
inmediata debe ser favorable y reservar las diferencias para la confrontación sustancial, al momento del debate   en torno al contenido del diálogo. Esto es aplazar la tensión y rescatar la importancia del evento convocante.

 
                      
El Presidente mantiene reuniones periódicas con empresarios, sindicalistas,
políticos y medios de comunicación,  pero no articula un ámbito institucional para
estructurar iniciativas y políticas consensuadas.
 
                       Probablemente el postergado Consejo Económico y Social sea el marco
adecuado para transitar un sendero de convocatorias, diálogo y consensos.
 
                       La iniciativa de la Vice Presidenta merece respuestas concretas y efectivas.
 
                       Es el camino del diálogo y los acuerdos el método que puede generar confianza y
previsibilidad en estas horas de incertidumbre y desvelos. Con ello, ciertas cuestiones deben
transformarse en políticas de estado y, de tal modo, quedar fuera del debate
circunstancial.
 
                        Queda para los analistas desentrañar las razones que impulsan las decisiones
políticas.
 
                        Lo concreto es el hecho político trascentente que señala la necesidad del
Acuerdo.
 
                        Debe abordarse el requerimiento como una convocatoria. Para hacerla efectiva
se necesita resolver: donde, cuando y a que hora.
 
                        Los políticos no brindan una respuesta concreta. Siguen envueltos en sus luchas
y egoísmos.
 
                        Aún los más desconfiados, que repelen un posible pacto de inmunidad recíproca,
deben derivar el análisis para el debate sustancial.
 
                        Una vez más la escena política recibe el impacto de una decisión sorpresiva y
sorprendente. Inesperada por unos y otros.
 
                        Un gesto distinto merece una respuesta diferente.

 

 

                                    



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