SARASA, TETAS Y MAL CÓMPUTO: FLUYE EL DESVARÍO

 


SARASA, TETAS Y MAL CÓMPUTO: FLUYE EL DESVARÍO

 

 

            En los últimos días el gobierno brindó un concierto sostenido de dislates, errores y horrores en un concurso abierto entre sus funcionarios más encumbrados, incluso sumando al propio Presidente en la empresa.

 

            El Ministro de Economía, en el Congreso de la Nación, al presentar formalmente el Presupuesto, fue víctima de un micrófono indiscreto, en el cual dió cuenta de su habilidad para sarasear. Confesó en vivo y en directo,  e hizo gala que de cualquier lugar se vuelve, menos del ridículo.

 

            Luego, en plena sesión virtual, tratando la imposición de un gravamen justiciero, un barra brava devenido en diputado del oficialismo, aparece filmado besando la teta de su pareja, en un acto sexista íntimo compartido cariñosamente con sus pares, respetando que, en ese preciso momento, no se encontraba en el uso de la palabra.

 

            En el ámbito de la Provincia de Buenos Aires, el Ministro de Salud, informó públicamente la existencia de un sub registro de 3.523 personas fallecidas por Coronavirus. Cruel olvido atribuído a la complejidad y multiplicidad de los trámites.

 

            El abandono de semejante número en las estadísticas nos interpela respecto a la situación en las otras jurisdicciones del país.

 

            El error en el cómputo sería una situación de gravedad institucional, en un país normal, pero esto es Argentina.

 

            Han pasado solamente siete meses desde el inicio de las cuentas, lapso en que al final, recientemente,  pudieron corregirse las sumas.

 

            Podrían multiplicarse las omisiones y los equívocos, pero eso será materia de consideración en el momento oportuno. Quizás se necesiten unos meses más.

 

            Que puede sorprendernos en el futuro respecto a los olvidos de los funcionarios. 

 

            Pensemos en las comparaciones presidenciales formuladas respecto a los registros y medidas de Suecia y Chile y a los reproches a las autoridades de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en las recordadas escenas docentes con filminas y críticas al distrito capitalino. Mucho mejor, incurrir en un piadoso olvido.

 

            Cual es la legitimidad moral para continuar con la responsabilidad política de gestionar la crisis?

 

            Es absoluta la irresponsabilidad para desinformar a la ciudadanía sin consecuencias, castigos o sanciones.

 

            El Ministro de Economía que hace gala de su experticia en sarasear y el Ministro de Salud que se equivoca en las sumas y olvida unos miles de muertos, dan cuenta sin rodeos de ser portadores de un discurso vacuo, inconsistente e improvisado.

 

            Es imperiosa la certeza informativa. El Renaper, con el Certificado Digital de Hechos Vitales, debe disponer de un registro unificado, serio y albergar un sistema confiable, ajeno a la distraída voluntad de los funcionarios.

 

            El Presidente corona la deriva semanal con una insistente recomendación a los ciudadanos para que se acostumbren a ahorrar en pesos.

 

            Como explicar lo inexplicable. Todos dan cuenta de muestras trágicas para evadir la realidad.

 

            La impericia conlleva frustración y enojo. Las críticas generan las réplicas que las califican como desestabilizantes. El gobierno se pinta la cara y se cierra en un clima de guerra.

 

            Una vez más, la historia secuencial de los argentinos: la tragedia que vivimos se convierte en comedia.

 

            Hace unos años un prestigioso juez de la Corte Suprema, con sutileza y cruel ironía le escribía a la entonces Presidente: “Los hechos son sagrados. El comentario es libre”.

 

            Huir de la realidad es una forma de evitación. Las groseras circunstancias expuestas precedentemente contrastan notablemente con las buenas prácticas.

 

            Los actos de los ministros en ejercicio y el consejo presidencial, se contraponen de forma notoria con los hechos comprobados de una realidad que nos agobia.

 

            Mientras el discurso político transcurre casi en el delirio, salpicado de sermones e intimidaciones, la realidad devora la esperanza.

 

            La obstinada cuarentena, la fulminada economía, el exceso de emisión monetaria, la insostenible brecha cambiaria, importan una estampida sin rumbo.

 

            Todo se posterga, menos la negligencia, la ineficacia y la desidia.

 

            La singladura dibuja claramente un rumbo de colisión en el horizonte. En ese momento tendremos claramente identificado al responsable: la pandemia.

 

            Los funcionarios, una vez mas, inmunes a todo reproche.

 

            En el camino, se denota la construcción de  una categoría política novedosa, bautizada por el ex Presidente español Felipe González de forma notable: el Neopobrismo.

 

            Esto es la corriente de gestionar para igualar en la pobreza.

 

            Creación que constituye el eje de la redistribución de la riqueza venezolana, ahora propiciada en la Argentina.

 

            La insumisa clase media argentina tendrá la palabra final para definir la suerte y consolidación del proyecto neopobrista. 

 

            

 

            

 


 

            

 

                                               

            

 

            


Comentarios

  1. Muy bueno el artículo Ricardo, me pareció una crónica muy acertada de los últimos acontecimientos sufridos por los argentinos en los últimos días, que refleja claramente cómo nos someten a ser espectadores de lujo Berreta del mal gusto de los políticos que supimos conseguir. Te mando un fuerte abrazo y nuevas felicitaciones.

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  2. Muy muy claro!! Brillante descripción de una,palpable y triste realidad!

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  3. Excelente visión de la realidad. Me quedó una reflexión que es para considerar:
    " la realidad devora la esperanza." Adolfo Corba

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