CIRCULACIÓN DEL VIRUS Y DEL DINERO EN LA PANDEMIA

 

                    CIRCULACIÓN DEL VIRUS Y DEL DINERO EN LA PANDEMIA

 

 

         A juzgar por los magros resultados comparativos de las medidas extremas adoptadas por el gobierno para combatir la pandemia, resulta necesario preguntarnos si pudieron haber otros fundamentos concurrentes, de distinta  naturaleza,  para adoptar el criterio del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO).

         Que pudo haber acompañado al criterio de protección de la salud como bien tutelado, ya que en otros casos (Uruguay) no se acudió a una técnica tan extrema, sino a la responsabilidad social de los ciudadanos para tomar las medidas de aislamiento y distanciamiento social. 

         La duda de la ponderación exclusivamente sanitaria se encuentra en la propia realidad económica social del país, con sus notas distintivas típicas de la decadente situación actual:

1. La elevada y persistente emisión monetaria como fuente exclusiva y excluyente de financiamiento del gasto público.

2.     La inexistencia de recortes del gasto político, como medida de ahorro genuina para contribuir a la disminución imprescindible del costo.

3.  La continua fragilidad del sistema de cambios de la moneda que derivó en la imperiosa necesidad de cerrar el cepo a la compra/venta de divisas y las consiguientes manifestaciones que justifican la medida en  la escasez de reservas del Banco Central.

4.   Las dificultades y trabas existentes en la importación de bienes, aún en los esenciales para la industria, con la clara manipulación de los funcionarios para decidir la suerte de las declaraciones juradas.

5.  La falta de estímulos para la actividad exportadora, que incluso lleva a la retención de las mercaderías en acopios de valor.

6.   Las demoras registradas en las negociaciones paritarias tanto en los sectores privados como públicos.

7.    La inflación real y la contenida por efectos de la disminución notoria del consumo, derivado exclusivamente a bienes esenciales.

8.  La notable disminución de la velocidad de la circulación del dinero por la cuarentena obligatoria.

Este último punto merece un especial análisis ya que probablemente encontremos en el mismo una justificación autónoma como factor coadyuvante para tomar el sendero del encierro ciudadano.

La velocidad de circulación del dinero es el promedio de la frecuencia con la que se gasta en nuevos bienes y servicios en un período específico de tiempo.

Cuanto de rápido puede cambiar de manos en la economía.

La cuarentena obligatoria hizo caer la velocidad a los niveles más bajos. Advierta cada quién el nivel de sus gastos. Llegan al mínimo, ya que se consume lo básico e incluso la movilidad o el desplazamiento físico, prácticamente, se reduce a cero.

Con ello, la alta emisión de dinero mantiene en letargo la inflación que se produce sin manifestación. Se encuentra contenida. 

El aumento de los precios se limita por la lenta circulación del dinero. Se gana tiempo, pero no se resuelven los problemas. Únicamente se los postergan.

Salir de la cuarentena importa sincerar la emisión monetaria con los consiguientes efectos inflacionarios. 

Esto es que en términos económicos saldremos aún peor, pero será culpa de la Pandemia, según nos dirán los voceros oficiales,  y jamás dudarán  de la praxis llevada a cabo.

Esto simplemente explica porque otros países no dejaron caer a cero la actividad económica, ni apelaron al encierro obligatorio. 

Los nuevos flujos de dinero introducidos produjeron una redistribución de la riqueza, pero no como consecuencia de un crecimiento virtuoso de la economía, sino simplemente por mérito de la emisión monetaria que le entrega dinero sin valor a la gente y la iguala en su pobreza. Cada vez son más los que tienen menos.

La salida de la cuarentena, el gasto y el consumo nos llevarán a más inflación y seguramente más devaluación monetaria y a otro nuevo ciclo errático de la Argentina. 

Seguramente, será culpa de la Pandemia, para la versión oficial. 

La realidad resulta patética. Los argentinos se refugian en los dólares y los esconden de sus gobernantes. Saben que ellos son rapaces. 

Crece el temor, la incertidumbre y la falta de confianza. A pesar de las medidas que se tomen para esterilizar el exceso de emisión, la inexistencia de productividad sellará la suerte con mayor inflación y la brecha y/o diferencia cambiaria (casi 100%) no puede sostenerse razonablemente bajo ningún sistema por precario que fuera. 

La Pandemia  será entonces la excusa perfecta para justificar la decadencia.

La sociedad civil debe mantener el activismo. Procurar una agenda para el desarrollo sostenible. 

Nos queda por delante aprender a vivir en una realidad viral. Somos anfitriones de elementos extraños. El riesgo es inevitable 

Mantengamos la conciencia crítica. El virus y el gobierno no pueden reemplazar la razón en forma permanente. Tengamos memoria.



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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